PRESENTACIÓN
ENSAYOS Y REFLEXIONES DE UN INÚTIL POETA
"Si novela es el arte de crear un hombre,
Biografía es el arte de resucitarlo”
Emil Ludwig
L
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a inutilidad de la
Literatura, el vacío de las voces coreadas por compromiso; lo innecesario de
mis textos, prescindibles voces que se ahogan en el rugido de este océano
catastrófico de la vida y la banal ilusión de dejar un mensaje. Todo para
reconocerme como Poeta, como Escritor, como coleccionista de asombros y
fracasos, como la persona solitaria que escarba los enormes montones de basuras
y rescata y revela cadáveres de cosas, muñones y fragmentos de seres
marginales, talentos perdidos en la toxicidad, apocados y opacados; sometidos
por las fuerzas absurdas de poderes opresores y alienantes. Rearmando los
cristales coloreados de la memoria dispersos por los caminos ya pisados en la
inutilidad de volver a un sitio que abandonamos y que nunca será igual porque
el sitio quedó atrás y la ficción de recordarlo lo vuelve mítico y lo consagra
como escenario de maravillas que no fueron tales, pero que el ejercicio de la memoria
le ha limado sus asperezas y le ha quitado sus sabores amargos para convertirlo
en dulce añoranza.
El Poeta mexicano
José Gorostiza, anárquico, consciente, en cuya abrumadora lucidez se fusionan
los contrarios, para quien la vida no es la vida: es luz y sombra, no hay
paraísos ni soluciones, no hay expiaciones porque no hay pecado. Él nos
advirtió que el soplo que hincha la sustancia, la modela y erige las formas; es
el mismo que la carcome, arruga y
deforma, destrozándola; y, cuya esencia sintetizó en su bello poema “Muerte Sin
Fin” del cuál cito este fragmento: “La aguja del instantero /
Recorrerá su cuadrante / Todo cabrá en un instante / Y
será posible acaso / Vivir después de haber muerto.” Porque para el anarquista la vida fluye corriente
y convencional, vida y muerte son una misma cosa, como caras de la moneda. El anarquista no tiene esperanza ni fe, ni
deja de cumplir sus deberes por nada y para nada; y, tampoco tiene un guía
espiritual que lo cabrestee cual borrego.
Al anarquista la historia sólo le sirve como punto de referencia, más no
como código ni como juez. No espera nada
de nadie consecuente en el sentido de no creer y no confiar; lo que lo lleva a
cumplir sus deberes honestamente, sin esperar recompensa por ello, pues su reconocimiento
está en su satisfacción.
La inutilidad de
los abrazos mal llamados solidarios y la triste e impotente realidad de que a
pesar de tener todas las ganas y toda la buena voluntad nada podemos hacer los
Poetas y Utopistas para evitar que el mal se ensañe contra los más humildes y
tiña de rojo turbio y manchado de tragedia nuestro verde campo. Porque si hay
algo sabido, reconocido y comprobado sin la más mínima duda es la inutilidad de
la poesía. En esta sociedad pragmática e insensible que sólo cree en el poder
del dinero y la vastedad del confort; la poesía sólo sirve para acercarnos,
para estrechar nuestras relaciones, para humanizarnos y hacernos
solidarios -que es justamente lo contra
indicado- lo mandado a desaparecer. Ni
aquí ni en cualquier otro lugar de este basurero que habitamos la poesía
procura al artista un céntimo. Ya lo
dijo con toda claridad Nelson Romero –Premio Nacional de Poesía de no me
acuerdo cuándo- cuando comparó la poesía con un hijo paralitico que no sólo hay
que mantener sino que toca cargarlo, vestirlo y limpiarle sus inmundicias. La
poesía obedece a un estado de ánimo. Hay en el poeta una tendencia a estar
escribiendo y leyendo en forma permanente, autocriticándose y como si se
tratara de una competencia a compararse con otros. Es a eso a lo que llaman
“influencia”, y es tal vez, por su divina gracia que la penetración de que ha
sido objeto la cultura haya llegado tan lejos: la codicia, la malicia y las
conveniencias han llevado a los talentosos a postrarse ante el poderoso y estar
a disposición de los amos; han carcomido
en grado sumo nuestras bases y hoy son la moda, la publicidad y el poder
económico los que dictan quién o qué es bueno, talentoso y meritorio de una
mención o de un cheque; replegando y arrinconando a los que no dobleguen la
rodilla y agachen la cerviz ante el amo de turno. Hoy como ayer el Poeta es
mendicante y enfermizo, aunque halla algunas excepciones que parecieran
permitidas por la versatilidad misma del discurrir de los días, que con sus altibajos
permiten la fatal caída que lleva intrínseca la esperanza. El poeta con su capacidad de resiliencia
ayuda iluminar las áreas oscuras, ayuda a recuperarnos en las crisis y a
encontrar la ilusión y la belleza aún en los panoramas más gélido y grises.
Debo decir además
que nadie crea. El creativo transita caminos de otros que lo influencian. Umberto Eco un sobresaliente hombre de letras
que se confesó bibliófilo, lo definió con total claridad: “La vida no es otra
cosa que el recuerdo gradual de la infancia. La gente cree sólo lo que ya
sabe”. El Poeta ve el mundo y transmite su testimonio y para eso lo capacita su
vivencia, su bagaje cultural que no es otra cosa que la huella de sus
predecesores; en consecuencia Re – Crea.
Ya lo expresó Popper en su ensayo “Acerca de la Historia y el Sentido de
la Historia”: “Somos absolutamente responsables de nuestras acciones y sus
repercusiones en el curso de la historia. Es cierto que necesitamos esperanza;
actuar o vivir sin esperanza es algo que supera nuestras fuerzas. Pero no
necesitamos nada más y nadie debe prometernos nada más. En particular la
religión no debería convertirse en sustituto de los sueños y de la satisfacción
de los deseos”.
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